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Crónicas de la Ciudad: Restaurante Don Lázaro el Viajero Cumple 80

"Hay 8 millones de historias en la Ciudad Desnuda", afirmó el narrador de esa serie de televisión establecida en Nueva York. Aquí en CDMX hay más como 18 millones. Y Don Lázaro es uno de ellos. 

Allá por 1944, Lázaro L. Torra, un judío español, llegó a un México posrevolucionario dando la bienvenida a exiliados de todas las descripciones, sin un peso en el bolsillo. El inmigrante emprendedor vio que casi todas las amas de casa estaban ocupados cocinando los mismos frijoles y arroz todos los días, por lo que abrió un inigualable puesto que ofreció  arroz y frijoles para llevar. El negocio, ubicado en la colonia Santa María la Ribera, entonces de clase media, evolucionó hasta convertirse en un exitoso restaurante familiar hogareño que permanece hasta el día de hoy. Su nombre, 'el viajero', se refiere al hecho de que en ese momento estaba situado en la carretera que salía de la ciudad y atraía a los viajeros que estabaon por partir. Torra estaba muy por delante de los tiempos. Un hombre educado y con visión de futuro que hablaba inglés con fluidez, creía que todas las personas deberían saber leer y escribir y que el inglés algún día se convertiría en el lenguaje común entendido globalmente. Preocupado por lo que sentía era una grave falta de buena educación pública en México, quería retribuir a la gente cuyo país lo había acogido tan gentilmente. Así que cubrió las paredes de su restaurante, por dentro y por fuera, con azulejos de cerámica en relieve que contiene imágenes y palabras tanto en inglés como en español; muchos permanecen en su lugar. Organizó clases por las tardes para que los niños locales se alimentasen y les enseñó a leer y escribir en ambos idiomas. Su lugar se convirtió en una especie de punto de encuentro entre la escuela y el vecindario, e innumerables comidas (y clases) se regalaron de forma gratuita.

Don Lázaro con sus alumnos, c. 1965

Hoy, los restos de este noble experimento se encuentran en el borde de Santa María. Lamentablemente, el bulevar con palmeras al que alguna vez se enfrentó fue sacrificado durante el período de urbanización desmesurada que tuvo lugar en los años 70 para dar paso al Circuito Interior, que serpentea por la ciudad. El buen Don ya no está con nosotros, y las lecciones ya no se ofrecen. Pero el restaurante, dirigido por sus nietos, sigue siendo uno de los favoritos entre los locales y los oficinistas cercanos y estácelebrando su octogésimo aniversario este año. Sigue sirviendo estándares mexicanos más que decentes.

Caldo de pollo, el especial de la casa, es rico y polvoriento, como debería haber hecho tu abuela. Para una patada extra rica, pide huevera (huevos no eclosionados). El mole es de la variedad de chocolate aromático y no demasiado dulce. Los chiles rellenos son frescos, su mezcla de huevo frita a la perfección dorada y se sirven con reconfortantes rodajas de plátano frito. El clásico plato Tampiqueña, un bistec de falda enmarcado por guacamole, frijoles, cebollas, una quesadilla y arroz llega a todas las marcas. A medida que se acerca la temporada de Fiesta Patria, un espectacular chile en nogada está en el menúY para el postre, el pastel de elote, un budín de maíz servido en un charco de rompope riquísimo, vale la pena las calorías.

El Restaurante El Viajero conserva un ambiente hogareño agradable y hogareño y vale la pena el corto paseo desde el centro de Santa María (ver publicación). Y asegúrate de echar un vistazo a las fichas, quién sabe, podrías aprender algo.

Don Lázaro el Viajero
Avenida Instituto Técnico Industrial 241, (cerca de Salvador Díaz Míron, 6 cuadras al oeste de la Alameda de Sta. Maria la Ribera)  Ver mapa
Tel. 5547 0988
Abierto lunes a viernes de 9 a.m. a 6 p.m., Sabado y Domingo de 9 a 6:30